Estamos cansadas. Cansadas del beige sobre beige. Cansadas del silencio y la calma del “lujo silencioso”, de la piel perfecta y estilos de vida aún más impecables. Anhelamos algo… extraño. Y, si somos sinceras, un poco alocado. El surrealismo, ese psicoanálisis visual, llega justo a tiempo.
Por qué todos vuelven la mirada hacia lo absurdo
La moda refleja el estado de ánimo del momento, una especie de inconsciente colectivo hecho tela. Observa el mundo hoy y queda claro por qué el surrealismo se está infiltrando en la cultura visual, y especialmente en la moda.
El cansancio visual se encuentra con el deseo de jugar. En un mundo donde Instagram late con una nueva tendencia cada cinco segundos, el minimalismo resulta agotador. El alma anhela silencio - o bien, hombros dramáticos y zapatos con forma de cisne.
La IA como el nuevo Salvador Dalí. CGI, AR, deepfakes, el metaverso - ya vivimos en un mundo donde la realidad es opcional. La moda solo está alcanzando este ritmo. Lo fantástico se siente más real que lo real.
Postironía como estilo de vida. Todo el mundo entiende la broma. Y todos estamos cansados de que todos la entiendan. Así que te pones un vestido que imita un cuerpo desnudo y vas a tomar un café. Ahora. Sin necesidad de explicaciones.
Escapar del trauma. Desde pandemias hasta guerras, el mundo está sumergido en un trauma colectivo. La gente anhela escapar a realidades alternas - fantásticas, mágicas, surrealistas. Es una forma de terapia visual. Imágenes de mujeres con el rostro difuminado, prendas con forma de fragmentos corporales - son metáforas directas de censura, violencia, presión. Aquí no se trata de estética. Se trata de sobrevivir a través de la imaginación.
Posthumanismo. El cuerpo humano ya no es sagrado. La moda explora la mutación, la transformación, la evolución cibernética. Una vez más, el surrealismo se convierte en una herramienta para deconstruir la forma humana.
El surrealismo como nuevo capital cultural
Cuando todos se vuelven fashion, la moda se vuelve más compleja. No más cara, sino más difícil de descifrar. El dinero ya no es la guardiana de la puerta. Ahora lo es el entendimiento.
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Fuente de la foto: vogue.com (política de medios).Loewe crea bolsos que parecen tomates. Sus tacones globo y muñeca no están hechos para ser usados, sino para ser descifrados.
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Fuente de la foto: pursebop.com (política de medios).Schiaparelli bajo la dirección de Daniel Roseberry crea looks que parecen fragmentos de sueños o hermosas pesadillas. Bustinés, ojos, orejas, pechos - todo expuesto, como un recuerdo arqueológico del cuerpo.
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Fuente de la foto: fuente desconocida (política de medios).Maison Margiela con Galliano es una ópera en sí misma. El cuerpo es solo un punto de partida. Luego se distorsiona, gira, se desintegra. Y ahí radica la belleza.
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Fuente de la foto: fuente desconocida (política de medios).Balenciaga habla en grotesco. Sus piezas no están hechas para usarse. Están hechas para discutirse. O para convertirse en memes. O para ser procesadas terapéuticamente.
Por qué esto no es solo moda
Democratización de la moda. Fast fashion, plataformas online, redes sociales - la moda ahora es accesible. Las tendencias se copian al instante. El estilo es cada vez más uniforme. Ser “fashionable” ya no indica estatus.
El surrealismo contraataca - no con riqueza, sino con moneda cultural. Entender es el nuevo código de élite. Si reconoces un vestido como una alusión al Sueño de Amor de Freud, estás dentro. Si no, simplemente sigues desplazándote.
El surrealismo se ha convertido en un filtro. Intelectual. Emocional. Visual. Requiere conocimiento - de historia del arte, teoría de la moda, psicología de la imagen. Una vez más, la moda vuelve a ser un marcador de la “pandilla selecta”.
Es una respuesta a la masificación, una reivindicación de la moda como arte y expresión intelectual. Probablemente veremos más colecciones conceptuales que demanden compromiso emocional e intelectual.
¿El resultado? La moda se vuelve menos “universalmente legible” pero más “culturalmente selecta”. Vivimos en una era metaestética. Todo ya se ha hecho. Todo ya se ha visto. Por eso la moda vuelve a soñar, al subconsciente, a lo que no se dice. Para preservar el misterio.
Porque, ¿la realidad? Eso ya es de la temporada pasada.