Kris Van Assche nació en 1976 en Lier, Bélgica. Graduado de la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, inició su carrera en París junto a Hedi Slimane en Dior Homme. Más tarde lanzó su propia marca, KRISVANASSCHE, y desde 2007 hasta 2018 fue director creativo de Dior Homme, donde definió un nuevo estándar de elegancia masculina: líneas contenidas, siluetas refinadas y la fusión de la sastrería con una energía joven. Después de Dior, tomó las riendas en Berluti antes de alejarse del mundo de la moda, dedicándose al diseño de producto y cerámica.
Ahora, Van Assche regresa - en colaboración con Antazero, una marca reconocida por sus tejidos tecnológicos y su innovación ecológica. La alianza resulta natural: el corte disciplinado de Van Assche se encuentra con materiales que hablan el idioma del futuro.
En el corazón de la cápsula están los abrigos de cuero. Lisos, sin adornos, con líneas prácticamente gráficas de sastrería, han perdido su antigua pesadez. Estos no son “armaduras” voluminosas, sino caparazones ligeros que se mueven con el cuerpo. Los abrigos mantienen el rigor y la nitidez arquitectónica de Dior Homme, pero ahora pertenecen al ritmo de la ciudad: pensados para resistir lluvia, viento y movimiento constante.
La paleta es contenida: negro, grafito y tonos profundos nocturnos que reflejan la atmósfera de la metrópolis. Las siluetas permanecen precisas pero ya no aprisionan el cuerpo: hay espacio para el movimiento y la libertad. Es una evolución de lo que Van Assche creó en Dior Homme: la misma claridad de líneas, ahora liberada de la disciplina estricta.
Los materiales juegan el papel protagónico. Cuero reciclado, inserciones de membrana, acabados tecnológicos: las prendas se vuelven funcionales: repelentes al agua, transpirables y que mantienen su forma sin detalles innecesarios. Es una moda que no sacrifica la estética por la practicidad; ambas conviven en perfecta armonía.
La cápsula Kris Van Assche × Antazero se siente fresca y vanguardista: cosida en la intersección entre la pureza arquitectónica y la libertad tecnológica. La ropa aquí ya no es decoración, sino una herramienta para vivir en 2025.